La bella durmiente




          El cuento tiene dos partes, que son prácticamente dos relatos distintos. A lo que es propiamente la historia de la Bella durmiente, Perrault le añade un segundo capítulo en el que la madre del príncipe, de la raza de los ogros, intenta comerse a su hermosa nuera y a sus dos nietos.

          En esta primera parte, las hadas madrinas simbolizan el Bien, la generosidad, el compromiso personal para que los demás crezcan y se desarrollen como personas. El hada egoísta y envidiosa de la primera historia es el Mal, la actitud egoísta del que se entrega a las propias pasiones (envidia, rencor, sed de venganza...) y causa perjuicio a cuanto está en su entorno, hasta acabar con la propia destrucción personal.

          En la historia, el Bien, es decir, el amor desinteresado, triunfa al final, ayudado por otros valores, como la astucia de la hada, que logra deshacer parte del hechizo.

          Al principio, los personajes malvados parecen triunfar, pero terminan por fracasar y destruirse. Aunque el Mal se muestra muy poderoso, la bondad, unida a la inteligencia, siempre acaba triunfando.